Para perder 5 finales, hay que alcanzarlas, y lo logran los Agustín; Juan José, Metgod, Camacho, Bonet; Ricardo Gallego, Stielike, Ángel; Juanito, Santillana, Pineda (Isidro), a las órdenes de un Di Stéfano que llegaba tras triunfar en el Valencia, pero que no alzará ningún trofeo ni esta temporada ni la siguiente. En una liga española que mitifica la media inglesa (ganar en casa y empatar fuera), los equipos distinguen dos tácticas: en casa, se mantiene el 4-3-3, con un líbero que refuerza a los 3 defensas tradicionales, tres medios (a menudo, uno de ellos más defensivo), dos extremos y un delantero centro; pero en campo contrario se generaliza la disposición 4-4-2, más defensiva y confiando en el contraataque; en esta época, la influencia argentina hace que a menudo los 4 mediocampistas se sitúen en rombo: uno para la contención y salida de balón, dos interiores más abiertos a las bandas, y un medio volante en un papel más creativo, en ocasiones reservado a jugadores de extraordinaria calidad (Maradona es el mejor ejemplo), dejando en ataque un solo extremo y un delantero centro, obligados a correr largas distancias.